jueves, 22 de noviembre de 2007

Flores y Zaldívar, no puede sorprendernos la Navidad


La votación negativa para el Gobierno producida en el Senado anteayer, y la efectuada en la Cámara la semana pasada, en torno a la mantención del subsidio al Plan de Transportes Transantiago, configuran un escenario tan nuevo como anunciado.

Anunciado porque, esto se olvida frecuentemente por parte de los actores políticos, el discurso amarra a la acción. Es decir, todo argumento tiene una dimensión personal, lo que el hablante quiso decir; y otra que escapa a los controles del emisor y que forma parte de todos y de ninguno. Un entelequia suspendida que cobra “vida propia” en la mente de los receptores. Esto último entrega al discurso un nivel de autonomía respecto del emisor y capitaliza el poder entre los que escuchan y dan el último significado a lo dicho.

En otras palabras el discurso, lo dicho, se aleja del hablante y se independiza de él, los significados son traspasados a los receptores y estos son los que, finalmente y a partir del significado último, juzgarán la coherencia.

La coherencia, principal indicador de validez política por estos días, es lo que permitirá la vigencia de los discursos y quienes los pronuncian. Poco destino tendrán aquellos que se desdicen, o los que obran de una manera distinta a la prometida; si, los que no actúen conforme a la autonomía de sus palabras perderán el único capital político que vale la pena: la coherencia.

Por eso cuando alguien empieza a vociferar y es escuchado con atención, cuando ocupa espacio en la mente de otros, ya ha sido cazado por lo que ha emitido. Una predicción sobre los posibles resultados de sus palabras es posible, la consolidación de tal escenario estará centrado en cuanta coherencia existe por parte del emisor.

Los Senadores Zaldívar y Flores, junto a algunos Diputados DC, están cazados por sus palabras y cada día lo son más. Si, hace un tiempo y tímidamente, rechazaron las críticas por parte de los concertacionistas que sostenían una falta de coherencia en sus acciones; y, con vehemencia juraron actuar en defensa de ideas propias más que del conjunto de la Concertación, iniciaron el camino a una nueva coherencia.

La coherencia de estos días los ha llevado a hablar en una lógica distinta, a levantar un discurso alternativo, a anunciar acciones diferentes a su inicial nido concertacionista.

Ambos Senadores tienen desde su génesis un desarraigo Concertacionista. Emulando a Francisco Vidal podríamos decir que este conglomerado nunca formó parte del ADN de estos parlamentarios. Flores llegó del extranjero, con su historia de exilio y dolor y su fama de inteligente y afortunado. Zaldívar, afortunado desde la cuna, siempre actúo a regañadientes del proceso de construcción concertacionista. Durante estos 17 años postergaron sus naturales inclinaciones y adoptaron la coherencia del discurso democrático y concertacionista. Pero este silencio no podía ser ad eternum.

El desgaste natural de un bloque de Gobierno, la primacía de las carreras personales por sobre las tareas comunes, el surgimiento de nuevas formas de movilización ciudadana, el sello “femenino” del Gobierno, configuraron un escenario propicio para que las, inicialmente, tímidas palabras críticas de estos Senadores fueran tomando fuerza y autonomía.

Así Flores se marginó del PPD rechazando una cultura política a rajatabla. Al principio, en su fallida carrera presidencial, elaboró propuestas críticas que aludían a la falta de imaginación y a cierto tipo de aletargamiento del mundo político. Críticas generales, que más reflejaban un estado de ánimo que otra cosa. Ya imbuido en la maraña electoral interna, perdedor frente a las máquinas, aprovechó la coyuntura del caso Chiledeportes para asentar está crítica hacia la corrupción, las costumbres de los políticos y los cacicazgos. Terminó fuera del PPD, un rato también fuera del sistema político, para terminar inscribiendo … sí, un partido nuevo. La inscripción de Chile Primero fue la antesala de su alineamiento con la derecha en el Senado.

Zaldívar siempre estuvo orgulloso de manifestarse, desde el inicio, en contra de la Concertación. Quería construir una alianza más pequeña, con algunos partidos satélites y no constituir Gobierno con la izquierda, por entonces diseminada en varios referentes. Se mantuvo en el aislamiento político por varios años porque, precisamente, la Concertación no formaba parte de su ADN. Volvió a la carga cuando se convirtió en la esperanza blanca de una DC en caída electoral, buscó culpables y los encontró…curiosamente, en sus aliados de la Concertación. El PPD fue uno de los principales señalados, insufló de convicción a la DC en un tiempo en donde ese partido lo necesitaba pero inició un movimiento interno que significaba diseñar un futuro sin la Concertación.

Su discurso de “cambiar el modelo” no era una crítica hacia el sistema económico, pese a sus reiteradas y huecas menciones al via crucis de la clase media, sino al sistema político instalado por la alianza en la que nunca creyó. Sus intervenciones se hicieron independientes y cobraron “vida”, otros compartieron esas ideas y con pasos cada vez más avanzados se fueron alejando de la Concertación.

Vale la pena hacer algo de memoria para recordar que lo del martes pasado no es sino un hito significativo de un proceso político desencadenado por las palabras hace unos años atrás. Y pensar que a veces me parecía tan obvia esa frase: “No puede sorprendernos la Navidad”


Waldo Carrasco S.
Profesor de Historia

miércoles, 7 de noviembre de 2007

Temporada de Conejos, Temporada de Acuerdos


Parece un cliché pero es verdad, la política nos da sorpresas, la política es ágil e impredescible, la política es... en fin, apasionante porque nunca la entendemos a cabalidad y cuando creemos entenderla toda lectura se diluye con la misma facilidad que nos llegó.
¿Quién iba a pensar que a fines del año 2007 nuestro medio sudara tanto ánimo de encuentro y acuerdo? Sólo hace unos meses parecía que los grandes temas se empantanaban, irremediablemente, en la desidia y el desalojo, en la falta de conducción y la ausencia de intenciones.
Pero las cosas parecen cambiar hacia rumbos insospechados. No sólo por lo que implica el bacheletismo-aliancista que comentamos hace unos días, sino porque la legitimidad que esa posición ganaba expresaba un mandato ciudadano muy claro: unidad para los temas país.
En la última encuesta del CEP, por ejemplo, el 80% de los encuestados querían que la oposición y el Gobierno trabajasen unidos. Bueno, en honor a la verdad, uno miraba esos guarismo y no se pensaba sino en la ingenuidad e ignorancia política de los chilenos. ¿es que no se dan cuenta que esos roles son inalterables y la esencia de la alternancia en el poder?.
Pero no la gente lo estaba diciendo en serio y los actores políticos de uno y otro lado han comenzado a saborear las ventajas de decir y hacer lo que la gente quiere. Claro más de uno dirá que esto es un veranito de San Juan y ya florecerá la verdadera naturaleza de todos y Gobierno y oposición volverán a repetir sus conocidos argumentos.
Pero esta temporada de conejos, pareciera arrojar acuerdos que están a punto de concretarse e implicarán transformaciones sustanciales de nuestra institucionalidad y sociedad. Valga mencionar la Reforma Educacional, la agenda de seguridad ciudadana, la reforma previsional, la propuesta del consejo de equidad, etc. Y, bueno, pareciera que al final del día el cazador volverá con varios conejos colgando a su cinto.
En este contexto y frente a la evidencia de los hechos, no puedo dejar de comentar lo inexplicable de un hecho y conste que lo hago esperando algún comentario de los amigos DC de este grupo de discusión.
Conocidas son las conclusiones del Congreso Ideológico de la DC, trascendió en particular aquellos relacionados con el "fin del lucro" en materia educacional. He leído las conclusiones de ese evento y aquello no me parece tan taxativo ni excluyente, sin embargo la prensa a consignado lo férreo de ese juicio y el triunfo que la Ministra DC de Educación obtuvo en la misma oportunidad.
La Reforma Eduacional pende, hoy por hoy, de un hilo porque la DC deberá mover su institucionalidad para dirimir si es posible apoyar el acuerdo alcanzado con la Alianza sin contravenir las conclusiones de el reciente evento interno.
¿Alguién me puede explicar que ganó la Ministra al patrocinar una tesis como ésta? ¿es qué, realmente, creyó posible negociar con la Alianza la supresión del lucro? O, acaso, ¿nunca fue tan optimista para pensar en la posibilidad de llegar a un acuerdo con la oposición? ¿es que primó más un gustito en la pelea interna que la mirada ministerial? En fin, frente a lo evidente de esta temporada de conejos, era necesario contar con cazadores avezados, de buen pulso y certera puntería. Tales cazadores actúan de buena manera para la causa y pueden llenarse del reconocimiento que los hace necesarios para futuras cacerías, este no pareció ser el caso.

Waldo Carrasco S.
Profesor de Historia

viernes, 2 de noviembre de 2007

Sangre Nueva



Por Hernán Larraín M. (*)


La clase política actual ha venido dando señales consistentes de agotamiento estructural. Entre gobiernos ciudadanos, mimetizaciones y desalojos, es posible hipotetizar que nos acercamos al fin de un ciclo, caracterizado fundamentalmente por la ausencia de proyectos políticos alternativos y la escasez de nuevas propuestas. Vivimos un declive sostenido del debate político, donde el cálculo de ambas coaliciones está por sobre sus identidades. Hoy es posible apreciar en Chile una suma de liderazgos abocados a jugar con las percepciones de la opinión publica, desvivida por las pistas que entregan las encuestas, abusando del ADN de cada sector, manipulando las líneas entre derechas e izquierdas. Todo se materializa en una contundente desafección ciudadana, con un electorado distante de la clase política, agotada de la contingencia, defraudada por la ineficiencia, el paternalismo y la falta de liderazgo. Pero por sobre todo una etapa marcada por el cansancio de una generación de políticos que parece haber olvidado que, en lo medular, su misión se juega en la elaboración de visiones colectivas competitivas y no en carreras personales.
De hecho, los principales actores de la clase política se presentan jugando proyectos individuales por sobre trabajos en equipo. Lavín se bacheletiza, Piñera se desdibuja entre lo propositivo y lo reactivo, Alvear encabeza un calculado congreso ideológico que expone públicamente la precariedad y las fisuras estructurales de su proyecto. Un Lagos y un Insulza a la espera de que la coyuntura les abra una ventana y los invite, sin mayores costos, a "salvar" al oficialismo. Y, finalmente, una Presidenta que invita a un pacto social sin sustancia y que, en vez de liderar a los partidos de su coalición, se victimiza acusando un femicidio político. Lo que aparece cada vez con más claridad es el desgaste de una generación completa que cumplió con lo suyo en las últimas décadas. Que compartió y superó exitosamente tiempos históricos críticos de gran polarización. Que fue capaz de consolidar, política y económicamente, una estrategia de desarrollo para Chile que ha llegado a un punto de quiebre, sin saber con claridad cómo se abordará la próxima etapa. Experimentamos así un envejecimiento de los proyectos políticos como consecuencia del cumplimiento, tanto en la Concertación como en la Alianza, de sus grandes objetivos fundacionales. Los primeros, administrando el modelo con un sostenido éxito electoral. Y los segundos, dedicados exclusivamente a protegerlo, arreglando las perforaciones causadas por la mayoría gobernante.
En este contexto, las elecciones del 2009 debieran marcar un punto de inflexión. Hoy, más que estar calculando cómo conservar el Ejecutivo o demandar una alternancia en el poder, con el endeble argumento de "la salud democrática", lo que se requiere es iniciar un dialogo abierto y de largo plazo sobre el Chile del mañana, propiciado por una nueva generación, emergente y transversal. De derecha a izquierda, de liberales a conservadores, de norte a sur, lo que se requiere es una recambio generacional. Este recambio, eso sí, no surgirá sólo como consecuencia del agotamiento de la generación actual, sino más bien de la elaboración de proyectos políticos de largo plazo marcados por una distintiva visión de sociedad y una renovada manera de comprender el rol de la política. Todo, en mano de jugadores de avanzada.
Y si bien la juventud actual se caracteriza por una desafección hacia el sistema político y una crisis en su participación electoral, existe hoy un compromiso de la nueva generación con los desafíos públicos. El año 2006, los pingüinos sellaron simbólicamente el antes y después. De hecho, la nueva generación está marcada por una serie de valores transversales a partir de los cuales puede afrontar el futuro: la libertad, la justicia social, la meritocracia, el respeto a la diversidad, el rechazo a los grandes intereses corporativos, el diálogo comprometido, y un juicio común sobre la historia reciente sin la contaminación de las responsabilidades y culpas.
Desde una perspectiva optimista, podemos sumar una creciente cantidad de organizaciones, distintivas por su innovación y emprendimiento, que asumen desde la sociedad civil importantes desafíos sociales, culturales y medioambientales que el país demanda. Una acción política participativa caracterizada por la confianza en los ciudadanos, por la horizontalidad de sus vínculos, por la colaboración social y no sólo la competencia , por lo local más que por el centralismo, sin miedo a la acción articuladora del Estado y empecinada en el empoderamiento de las personas como los principales agentes de cambio.
Así, una nueva visión y renovación de los liderazgos debiera estar lentamente naciendo. El optimismo está en pensar que esta suerte de ciudadanía 2.0 permeará la política del futuro. Y aunque estos movimientos parecen marcar una diferencia, la realidad indica que deberán ganarse los espacios de influencia y participación por su cuenta. La clase política actual no cederá nada, a menos que comprenda que la próxima generación trae la necesitada renovación.
La sangre nueva dirá. LND

(*) Cientista político y profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez. Publicado en La Nación el 28 de octubre de 2007.

viernes, 26 de octubre de 2007

Nuestros días pesados y la levedad de la política







Los últimos días han sido vertiginosos en la política chilena. El bacheletismo-aliancista sino ha roto por lo menos remeció la configuración de los bloques mayoritarios. El cruce hecho por Joaquín Lavín al principio, y otros UDI y RN después, no sólo pueden ser explicado a partir de la mirada estratégica, sino que también debe ser analizado desde la tendencia epocal que representa.

Me explico, una lectura habitual, o tradicional sería limitarnos a entender que la maniobra comunicacional, principalmente, lesiona las posibilidades electorales de Piñera. Y que se conjugan los intereses oficialistas con aquellos sectores de la Alianza que no "pasan" ni aceptarán en ningún caso una candidatura única de la locomotora.

Una nueva lectura, que no necesariamente es contradictoria con la anterior, tiene que ver con hacer en política aquello que resulte más popular. En otras palabras comportarse, hablar y optar por lo que indican las curvas ascendentes de las encuestas. Algo densotado entre los políticos tradicionales pero cada vez más validado en las neuvas generaciones de dirigentes.

Y esto no es nuevo eh. La política chilena ha experimentado este giro desde la elección de 1999 en adelante (Lagos – Lavín). Luego la gestión del Presidente Lagos "escuchó a la gente", no sólo para ganar la segunda vuelta, sino que también para gobernar e irrumpir en nuestros hogares cada día a través de los noticiarios. Más tarde la candidatura de la actual Presidenta surgida, con desmesurado orgullo, al margen de los partidos.

El estilo de estos días, que irrumpe menos en los medios, ha generado una cierta sensación de ausencia, cuestión que le ha significado altos costos en las encuestas. En cuanto a gestión gubernamental, no en aquellos ítemes relacionados con su personalidad (cercanía, querida por los chilenos, creíble, etc). Quizá allí exista una clave importante para entender la baja de apoyo a la gestión del gobierno concertacionista, pese a que es el que ha tenido mayor claridad y coherencia programática que ninguno anterior.

Y es que la política chilena se ha "alivianado", el liderazgo de hoy es diferente; las redes importan más que las asambleas y los medios son el principal la forma de legitimar las propuestas. El resto es música.

Ya no pesan aquellos carcamanes formados a punta de discurso en la asamblea comunal; ya no importan las marchas callejeras, masivas y bullangueras; y es que la gente ya no sale de sus casas sino al trabajo. ¿Qué va hacer en una reunión política? ¿Por qué va a perder el tiempo y correr riesgos en una movilización en la calle?

No, hoy los ciudadanos se integran por los medios informativos o por la red. Y basta.Pero,esto es malo o bueno?. Es, nada más.

Lo peor que podríamos hacer es desconocer la evolución de los tiempos y sentarnos a criticar la falta de compromiso ciudadano, la ausencia de la opinión y la renuncia a la participación convencional. Mirarnos entre nosotros, apuntando con el índice desde nuestros días pesados. Eso lo hacen los conservadores, aquellos que construyen pensando en el pasado. Aquellos para los cuales su vida es una eterna restauración.

No es fácil. Debemos tratar de entender lo que esta pasando, la nuestra es una época de profundas transformaciones en la manera que se hace la política y se práctica la ciudadanía. La competencia de las ideas se hace, cada vez más, en nuevos espacios; el poder se disputa y se ejerce de manera distinta. Pero a no equivocarse las ideas, los ciudadanos y el poder no es tan distinto del convencional.

Tal como la caída de los socialismos reales no implicó el fin de las desigualdades ni la invulnerabilidad del sistema económico neo liberal, el predominio de las redes como forma de organización no implica el la satisfacción de las demandas ciudadanas.

Por todo esto entiendo lo que Lavín ha hecho estos días, por lo demás ha sido coherente con su discurso de los primeros días. Como también no me sorprende el imapcto público que ha causado. Hoy por hoy es el único aliancista que puede cruzar las fronteras de los bloques contando con la credibilidad de la ciudadanía.

Si nosotros pensamos que esto no es más que una estrategia para neutralizar a Piñera, si nos reducimos a una lectura que se afirma sobre el lomo de viejos libros que nadie lee, no veremos sino sólo una parte de este proceso.

Ojo, si el bacheletismo – aliancista ha irrumpido con tanta fuerza en el discurso público no es sólo porque es una buena jugada política, sino también porque hay un escenario evolutivo que le da sustento a una expresión que hasta hace unos años sería considerada una falacia, un engaño, una mentira más de los políticos. Piénselo bien antes de hablar, antes de señalar con el índice desde nuestros días pesados.


Santiago, octubre de 2007

Waldo Carrasco S.
Profesor de Historia

jueves, 25 de octubre de 2007

Neoliberalismo y seguridad social: incompatibles

En la actualidad, la mitad de la población mundial no disfruta de ninguna forma de cobertura de seguridad social. El nuevo informe de Control Ciudadano, "En dignidad y derechos. Cómo hacer realidad el derecho universal a la seguridad social", analiza esta problemática y plantea propuestas que lleven a una mejora de la situación.

Dos sistemas de seguridad social
El informe explica que en la actualidad, los sistemas de seguridad social siguen dos modelos básicos. En uno, las prestaciones que un individuo recibe están directamente vinculadas a los aportes que la persona realizó durante su vida activa. En el otro sistema, basado en la solidaridad social, se destinan recursos generados por impuestos a cubrir la seguridad social de los individuos según sus necesidades, y no de acuerdo a su capacidad de ahorro personal.

El sistema primeramente mencionado aplica los principios del Consenso de Washington, que se ha manifestado en los paquetes de ajuste estructural que el Banco Mundial ha aplicado en varios países. El modelo se basa en tres pilares: un pilar de ahorro obligatorio administrado por el Estado, uno de capitalización individual bajo administración privada, y un tercero de capitalización individual voluntaria.

Este sistema desplaza la responsabilidad por la seguridad social a los individuos. El Estado, clave en el sistema solidario, cumple aquí una mera función secundaria, a lo sumo de fiscalización, quedando sin instrumentos para por ejemplo contrarrestar el aumento de la brecha entre ricos y pobres. Además, al recaer la responsabilidad sobre las personas, se genera la idea de que el no tener acceso a la seguridad social por limitaciones económicas, se debe a una incapacidad, un fracaso personal.

Nuevo pacto socialEl informe señala que el gran desafío es lograr un equilibrio entre la justicia social y la sustentabilidad económica de los sistemas de seguridad social. Esto requiere la estipulación de un nuevo pacto social, tanto a nivel nacional como internacional, para equilibrar los derechos individuales y los sociales.

Sin embargo, el analista Fernando J. Cardim de Carvalho, que escribió uno de los artículos temáticos del informe, sostiene que el debate social necesario para alcanzar un nuevo pacto social se ve dificultado por las ideas neoliberales acerca de las virtudes del mercado, convicciones que se mantienen muy arraigadas en la realidad actual.

El analista opina además que los problemas financieros de los sistemas de seguridad social podrían en gran parte evitarse si se reintrodujera la prioridad del pleno empleo como meta social, tal como lo fue durante las dos décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Flujo internacional de capitalOtras voces de Control Ciudadano sostienen que esta medida no es suficiente, ya que el mundo ha cambiado mucho en las últimas décadas. En aquel entonces, las políticas de industrialización generaban empleo y aseguraban un cierto grado de distribución de la riqueza. En el actual mundo globalizado, el enorme flujo internacional de capital es un factor decisivo que termina degradando tanto los salarios, como las normas ambientales y laborales.

Por tal razón, Control Ciudadano plantea que para garantizar el derecho universal a la seguridad social, una de las medidas a tomar es poner fin a los paraísos fiscales y los centros bancarios extraterritoriales, instituciones que fomentan la corrupción y dejan a los países menos pudientes en un estado permanente de inseguridad.
Versión abreviada Informe en:

miércoles, 24 de octubre de 2007

Implicancias y desafíos del nuevo Partido Democrático

Antonio Leal


El nacimiento del Partido Democrático en Italia y la construcción de su legitimidad ciudadana tienen, más allá de las fronteras geográficas, una enorme importancia para la política en general. Allí se produjo un fenómeno extraordinario: tres millones y medio de personas concurrieron de forma voluntaria a las urnas para elegir al líder de un partido en formación, Walter Veltoni, el alcalde de Roma -que recibió 76% de los votos-, y a cerca de 3 mil delegados que conformarán la Asamblea Constituyente del nuevo referente. Se produce cuando El Olivo gobierna y, por lo tanto, más que gobernar la crisis de una izquierda derrotada, lo que hacen Democracia de Izquierda y Margarita, las dos afluentes principales, es asumir los desafíos de los cambios y también darse cuenta de que el país requiere una fuerza política amplia, capaz de gobernar y estar fuertemente en la sociedad civil, con ciudadanos libres que participan temáticamente en la política cotidiana. Esto significa asumir que el electorado le da una oportunidad a la política y a los partidos para cambiar.
Incluso la fuerza participativa de la sociedad fue más allá de lo esperado por los organizadores y sorprendió a los medios de comunicación, demostrando que la gente aprovecha los espacios cuando las instituciones y los políticos los abren y no está con la "antipolítica", sino contra la mala política, la corrupción, la falta de transparencia y la ausencia de diálogo con la ciudadanía. Pero si se convoca a la gente -como ha hecho El Olivo- a ser parte de un fenómeno que sin duda cambiará la política, la ciudadanía participa, porque quiere una política mejor, menos autorreferente y elitista, y mucho más preocupada de construir derechos e integración para todos. La conformación del Partido Democrático tiene similitudes con Chile, porque es la fusión de partidos que agrupados hasta hoy en El Olivo, representan a sectores democratacristianos, socialdemócratas, ambientalistas y a fuerzas progresistas de diversa naturaleza ideológica que ahora se transforman en un solo partido. Lo conversábamos en Roma con Walter Veltroni; él decía que en Chile es donde mejor se comprendería el surgimiento del PD y es verdad. En Europa, las fuerzas de izquierdas tradicionales han cuestionado este paso, diciendo que ser demócrata no garantiza ser de izquierda, pero ello es porque se mueven con viejas categorías, que ya no expresan necesariamente los fenómenos de hoy.
Es evidente que el interés político que despierta en nosotros esta creación es por el hecho de que este nuevo partido implica superar las fronteras "ideales" de cada partido singular y abrirse al debate con la sociedad sobre un proyecto para la Italia del futuro y a la vez involucra crear una nueva cultura progresista, que enmarca y supera las anteriores para intentar responder a los nuevos fenómenos del siglo XXl y a la velocidad de los cambios en otras esferas, lo que hoy la política no logra captar con los instrumentos viejos. Cada partido que entra en la fusión se despoja de algo y se apropia de este nuevo progresismo que está surgiendo en la propia realidad cono una necesidad.
Lo que se pone en el centro de la nueva formación no son las categorías tradicionales de derecha e izquierda, sino aquellas de conservadores y progresistas y en ambos casos se trata de fenómenos transversales, porque la configuración de una nueva cultura y de un nuevo modo de hacer política desde un progresismo que reconoce diversas posturas en el campo valórico y cultural y diversas fronteras, involucra crear una nueva identidad social, cultural y política para ser algo más allá de lo que singularmente es cada partido que confluye y que El Olivo ha representado en estos años en Italia. Por ello participó esta cifra inaudita de tres millones y medio de italianos: entienden que la oferta cultural y política del nuevo partido es trascender lo actual y hacerlo con la sociedad civil. En ello radica su encanto.
En Chile, los partidos de la Concertación están en una situación privilegiada para responder a esta pregunta. En sus más de 20 años de actividad conjunta, la Concertación jugó un rol esencial en el desplazamiento de la dictadura, en la defensa de los derechos humanos, en la transición, en encabezar cuatro gobiernos que han restituido la democracia y las libertades y han construido exitosas políticas de equidad. Se ha creado una cultura concertacionista que supera los marcos de las culturas y los intereses singulares de cada partido. Esto es muy valioso, porque en definitiva la inmensa mayoría de los millones de chilenos que vota por la Concertación no son militantes, sino concertacionistas y se sienten progresistas, de distinta matriz, al votar por este bloque.
No intento decir que esto esté a la vuelta de la esquina y que un proyecto de esta envergadura no encontraría resistencias muy fuertes. Digo que, primero, los partidos de la Concertación deben replantearse cómo elegir a sus líderes y a sus candidatos, quienes no sólo expresan a sus partidos, sino que gobiernan para todos. Después de los tres millones y medio de italianos que votaron, será difícil en cualquier parte volver a elegir líderes con la misma credibilidad entre cuatro paredes. Yo aspiro a que nuestros partidos den respuestas coherentes a la necesidad de una mayor participación ciudadana. Pero también, a que en el proyecto de renovación, refundación y cambio que obligadamente debe enfrentar la Concertación si quiere seguir existiendo y gobernando el país, esté en el debate la opción de un Partido Democrático, porque ello significa colocar una parte del futuro de la política en el presente.
Sin duda, hay entre los partidos de la Concertación diferencias éticas y las hay también entre los partidos católicos y laicos que confluyen en Italia, pero ellas no deben ser un obstáculo para la unidad. Piero Fassino, presidente de Democracia de Izquierda y el diputado DC Castanett, un gran intelectual católico, nos dieron una respuesta que creo muy válida e inteligente: la ciencia y la bioética aún no explica muchos fenómenos, pero los temas que están en ese plano mañana tendrán respuesta científica y se abordarán de otra manera. Este esfuerzo ético-científico ciertamente no puede ser reemplazado por la resolución de un partido que le dice a su militante cuál debe ser su moral.
El Partido Democrático en Italia se forma no sólo entre partidos de diversa matriz "ideológica", sino esencialmente entre gente diversa en torno a los temas éticos. Pero con ello no despoja al militante de sus propias convicciones de conciencia para sumirlo en las definiciones colectivas sobre temas en los que no tiene por qué haber resoluciones colectivas, salvo que tenga una concepción absolutista e integrista de la vida y de los fenómenos complejos. No me parece que así sea con los partidos de la Concertación. Por lo demás, las culturas de las cuales provenimos, culturas originalmente occidentales, tienen muchas referencias y mezclas. Pensemos que San Pablo, creador de la Iglesia Universal de Cristo, es también apóstol de la solidaridad y éste es un valor fuerte de toda la cultura occidental progresista y está presente en todas las culturas. Hay más similitud de la que se cree entre las fuentes epistemológicas y las reflexiones de las culturas occidentales, por ejemplo entre las visiones socialdemócratas y cristianas y hoy, que podemos hablar de un mundo que camina al multiculturalismo, es posible analizar estos procesos de reidentificación entre culturas diversas, de valores esenciales comunes o al menos transversales.
Los perfiles programáticos esenciales del nuevo Partido Democrático serán resueltos en una Asamblea Constituyente de tres mil delegados elegidos universalmente. Pero las prioridades son los temas medio ambientales; un nuevo pacto con la joven generación en oportunidades de estudio, trabajo y espacios políticos y técnicos; acento en la educación y formación adecuada al mercado y a las potencialidades económicas de Europa y el mundo; la seguridad como un derecho de todos sin color político y que quien gobierna tiene el deber de garantizar; y la mirada y la acción hacia los patios traseros del mundo de la opulencia creada por la globalización, especialmente África y los inmigrantes. En ese sentido, me ha impresionado lo dicho por Veltroni en nuestras conversaciones: "La vida de los jóvenes no puede ser ocasional o par time".
Este nuevo progresismo debe abordar los temas de la modernidad y la cohesión social de modo distinto a cómo se han abordado hasta ahora, porque los fenómenos son nuevos y requieren otras respuestas. Veltroni, que es ambientalista, cree firmemente en que hoy es perentorio un modelo de desarrollo sustentable si no queremos que la actual forma de civilización acabe con todo. Pero, a la vez, es realista, porque está consciente de que no se puede "decir que no a todo, porque no se puede decir que no a la velocidad". Además plantea la urgencia de renovar la democracia institucional y crear los espacios más abiertos a la democracia participativa. Veltroni nos ilustraba que en Europa se ha constituido una estructura de poder democrático imponente, que va desde el Gobierno de Europa, los gobiernos nacionales, regionales, provinciales, comunales, los parlamentos con capacidad de decisión, pero que pese a su legitimidad de origen, cada vez más al ciudadano común todo esto le resulta inalcanzable. Hay que crear estados e instituciones más flexibles y un espacio mayor para el ciudadano en el sistema político, antes de que se desinterese o exprese por otros canales, que lleven a gobiernos populistas o sólo tecnocráticos. Sin duda, el mejoramiento y la apertura del sistema político es una tarea también en Chile, que debe encabezar una renovada Concertación.
Antonio Leal es Diputado DC
Publicado en La Nación Miércoles 24 de Octubre 2007.

Comenzando a pensar Chile

Es cierto, no ha sido fácil comenzar a a retomar el aire luego de tanta elecciones, quienes sorteamos el pensamiento democrático sentimos que la crítica es sana y necesaria. queremos trabajar por Chile, construir las nuevas instituciones que requiere el desarrollo del país y decidir desde todas las vertientes os próximos 30 años de historia de la que queremos ser parte. Para ello nos reunimos a dialogar entre nosotros y con invitados, ahora, nos lanzamos en la web para seguir dialogando aver si as palabras no se las lleva el viento.

G-10