viernes, 26 de octubre de 2007

Nuestros días pesados y la levedad de la política







Los últimos días han sido vertiginosos en la política chilena. El bacheletismo-aliancista sino ha roto por lo menos remeció la configuración de los bloques mayoritarios. El cruce hecho por Joaquín Lavín al principio, y otros UDI y RN después, no sólo pueden ser explicado a partir de la mirada estratégica, sino que también debe ser analizado desde la tendencia epocal que representa.

Me explico, una lectura habitual, o tradicional sería limitarnos a entender que la maniobra comunicacional, principalmente, lesiona las posibilidades electorales de Piñera. Y que se conjugan los intereses oficialistas con aquellos sectores de la Alianza que no "pasan" ni aceptarán en ningún caso una candidatura única de la locomotora.

Una nueva lectura, que no necesariamente es contradictoria con la anterior, tiene que ver con hacer en política aquello que resulte más popular. En otras palabras comportarse, hablar y optar por lo que indican las curvas ascendentes de las encuestas. Algo densotado entre los políticos tradicionales pero cada vez más validado en las neuvas generaciones de dirigentes.

Y esto no es nuevo eh. La política chilena ha experimentado este giro desde la elección de 1999 en adelante (Lagos – Lavín). Luego la gestión del Presidente Lagos "escuchó a la gente", no sólo para ganar la segunda vuelta, sino que también para gobernar e irrumpir en nuestros hogares cada día a través de los noticiarios. Más tarde la candidatura de la actual Presidenta surgida, con desmesurado orgullo, al margen de los partidos.

El estilo de estos días, que irrumpe menos en los medios, ha generado una cierta sensación de ausencia, cuestión que le ha significado altos costos en las encuestas. En cuanto a gestión gubernamental, no en aquellos ítemes relacionados con su personalidad (cercanía, querida por los chilenos, creíble, etc). Quizá allí exista una clave importante para entender la baja de apoyo a la gestión del gobierno concertacionista, pese a que es el que ha tenido mayor claridad y coherencia programática que ninguno anterior.

Y es que la política chilena se ha "alivianado", el liderazgo de hoy es diferente; las redes importan más que las asambleas y los medios son el principal la forma de legitimar las propuestas. El resto es música.

Ya no pesan aquellos carcamanes formados a punta de discurso en la asamblea comunal; ya no importan las marchas callejeras, masivas y bullangueras; y es que la gente ya no sale de sus casas sino al trabajo. ¿Qué va hacer en una reunión política? ¿Por qué va a perder el tiempo y correr riesgos en una movilización en la calle?

No, hoy los ciudadanos se integran por los medios informativos o por la red. Y basta.Pero,esto es malo o bueno?. Es, nada más.

Lo peor que podríamos hacer es desconocer la evolución de los tiempos y sentarnos a criticar la falta de compromiso ciudadano, la ausencia de la opinión y la renuncia a la participación convencional. Mirarnos entre nosotros, apuntando con el índice desde nuestros días pesados. Eso lo hacen los conservadores, aquellos que construyen pensando en el pasado. Aquellos para los cuales su vida es una eterna restauración.

No es fácil. Debemos tratar de entender lo que esta pasando, la nuestra es una época de profundas transformaciones en la manera que se hace la política y se práctica la ciudadanía. La competencia de las ideas se hace, cada vez más, en nuevos espacios; el poder se disputa y se ejerce de manera distinta. Pero a no equivocarse las ideas, los ciudadanos y el poder no es tan distinto del convencional.

Tal como la caída de los socialismos reales no implicó el fin de las desigualdades ni la invulnerabilidad del sistema económico neo liberal, el predominio de las redes como forma de organización no implica el la satisfacción de las demandas ciudadanas.

Por todo esto entiendo lo que Lavín ha hecho estos días, por lo demás ha sido coherente con su discurso de los primeros días. Como también no me sorprende el imapcto público que ha causado. Hoy por hoy es el único aliancista que puede cruzar las fronteras de los bloques contando con la credibilidad de la ciudadanía.

Si nosotros pensamos que esto no es más que una estrategia para neutralizar a Piñera, si nos reducimos a una lectura que se afirma sobre el lomo de viejos libros que nadie lee, no veremos sino sólo una parte de este proceso.

Ojo, si el bacheletismo – aliancista ha irrumpido con tanta fuerza en el discurso público no es sólo porque es una buena jugada política, sino también porque hay un escenario evolutivo que le da sustento a una expresión que hasta hace unos años sería considerada una falacia, un engaño, una mentira más de los políticos. Piénselo bien antes de hablar, antes de señalar con el índice desde nuestros días pesados.


Santiago, octubre de 2007

Waldo Carrasco S.
Profesor de Historia

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